viernes, 7 de abril de 2017

EL DÍA DEL SEÑOR ES NINGUNO


No todo tiene que ir tan mal. La ultraderecha se frena en Holanda.  Trump con hemorroides en la boca. Aquí, los paleto nacionalistas integristas dicen que entregan su arsenal para  dejar que los simple  paleto-nacionalistas  ocupen su lugar ulizando la soterrada violencia del poder establecido. Las misas financiadas y televisadas con los impuestos reaudados, son puestas en entredicho y, como siempre, las vestiduras se rasgan por los de siempre. Si al final, almas cándidas, no pasará nada. Lo mejor sería quitar cualquier cosa que huela a  cualquier religión de cualquier institución pública aconfesional, laica y bla, bla, bla...
Ahora  a evangelizar a ostias a las privadas
 
Mientras nos quiten las palas para desenterrar nuestra memoria. Mientras no se cobre un canon a los hijos de Trump por exhibir sus películas aquí. Mientras que la Monarquía no diga adiós a las armas que vende a los emiratos y mientras que haya un o una  meapilas dispuesto/a a arrodillarse frente a un altar y no frente a una fellatio, todo nos dará igual. La abulia y la inacción correrá  por nuestra imaginación y solo seremos seres, como lo que veis: Seres confortablemente adormecidos. Es más fácil  asentir que pensar.  Es mejor, posiblemente, hacer la señal de cruz que vender el  alma al diablo en un cruce de caminos y ser un virtuoso de la guitarra  para cantar canciones que digan que, todo esto es una mierda. La misma, recurrente e inevitable inmundicia religiosa de cualquier color.


DIEGO VASALLO - PIEDRA HELADA
DE BALADAS PARA UN AUTORRETRATO (2017)
Diego Vasallo fue  parte oscura  de Duncan Dhu. Mikel Erentxun supuso la amabilidad, la claridad y el sentimentalismo.  Diego, a contracorriente, mientras su 50 % se llevaba de calle la nostalgia más modorra de los aburridos fans que solo entienden esa época por cuatro sintonías relamidas.  Diego apostó, y seguramente, perdió todo en el camino. Incluso su voz. Ahora, podría hablarle de tú a tú al mismísimo Tom Waits y hacerle los coros al  último Sabina que no sale, ni ya saldrá,  de su zona de confort.
Diego es grande. Muy grande. Oscuro y desconocido en la sombra de la luz del éxito. Aquí, deconstruye un  blues  y melodías inexistentes  con fraseos que huelen a sucio ambientador de taberna crepuscular. La pedantería es cosa nuestra. La maestría es de otros.

El mundo es una piedra helada
Y yo arrastro un corazón caliente.
El mundo es una piedra helada
Un reino de musas de mirada ausente.
    El mundo tiene los pies fríos
    Y yo procuro mantener el fuego.
    La luna y su semplante vacío
    Avisa que esto no es un juego.
Así, el mundo esperando turno
En la cola de las posibilidades
Mientras todo sigue su curso
en las autopistas de las profundidades.
     El mundo viaja sin equipaje
     Y yo colecciono maletas
     El mundo atardece paisajes
     Y yo, recorro las cunetas.
El olvido dispersa sombras sobre el terreno
Que envuelven lo bueno y borran lo malo
Como un envenenado regalo.
      La frágil belleza del mundo
      Con su tristeza tranquila
      La frágil belleza del mundo
      Y el pozo negro de mis pupilas.
El aire flota enrarecido.
La noche atraviesa los cristales
Las estrellas se han desvanecido
Ahora cuelgan diez bombillas provisionales
      El mundo es un ángel caído
      Que no consigue remontar el vuelo
      Un arrebato, un horizonte partido
      Y deja el destino para luego.
El mundo ya se ha despedido
Y yo lo miro de lejos
El mundo ya se ha despedido
dejando un "hasta nunca" en el espejo
       Un sol que ralentiza su vuelo
       Se desprende, poco a poco, del cielo
       Y en las líneas de mi mano
        Se anuncia el final del verano
Y yo busco el pálpito de las cosas
El olor  lisérgico de un campo de rosas
El Latir de una corazonada
Porque el mundo es una piedra helada

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