sábado, 7 de septiembre de 2019

HISTORIAS ENJUTAS

EL ONCÓLOGO QUE TENÍA UNA VIDA DE MIERDA ( THE C125'S BALLAD )

Me llamo Mauricio Estébanez  de  Millera.  Soy oncólogo. Llevo la hostia de años en esto. He visto. Bueno, veo cantidad de casos, situaciones  y  problemas que acaban en oma. Menos hematoma todo es  mi tema. Trato a pacientes con  sumo cuidado. Doy plazos. A veces juego a la lotería con sus décimos. Sinceramente, me alegro enormemente equivocarme algunas veces  pero, por desgracia, son las menos.
Me puedo considerar una persona razonablemente feliz dentro de los estándares e  índices establecidos. Tengo una vida relativamente acomodada y dos hijos púberes  insoportablemente idiota. Mi banal esposa me retiró la feliz convivencia  hace ya siete años  para follarse cada quince días a su terapeuta  y a su fisio los sábados impares en los lavabos de un centro comercial.


A Eulalia, mi paciente más longeva, hace una semana le tuve que explicar, con tacto, cariño y delicadeza que su cáncer, después de veinte años.  Esta mujer es la auténtica fiesta de  los indicadores C125. La cabrona tiene noventa años. Las patitas de la perdición habián asomado de nuevo.  No le di más de cinco o seis años de responsos y abluciones con agua bendita.  Mi experiencia dice que cuando eres  viejo, el cáncer se acomoda y prefiere esperar que amoches por otros motivos.
Entre consultas me dedico a la quiniela, firmar los papeles del  divorcio o dibujar el 6 y el  4
A Eulalia, tras el nuevo diagnóstico, lo único que le preocupaba era  saber si su hijo le  sacaría de la residencia para llevarla a comer churros el día de la madre.  Le dije que sí. Y así se lo expliqué a la cuidadora boliviana que empujaba su  silla de ruedas  Sé, que la pobre, en todas las consultas, lo pasa peor que ella. Pero es lo que ahí. Se la llevó lentamente de mi consulta y pensé, instintivamente, si  dentro de  cinco o seis años, yo estaría aquí diagnosticando  estas mierdas u otras. A lo mejor,  estaría ya en la puta calle  y el fijo, por fin ocuparía mi plaza eventual de veinticinco años.
Pensé que mi cáncer es  la escasez de  años cotizados. La triste y esforzada  pensión de mis orgullosos, e inestables hijos, y  el tener que, noche tras noche, que meneármela  solo con la foto de  mi ex  Mariola. Maravillosa con su pelo al viento en la playa de Benidorm. Con ese bikini que dejaba, entrever por sus ingles unas  incipientes lianas que, al crecer, serían  firmes soportes  que trasladarían a Tarzán de un  árbol a otro.

Mañana empiezo la consulta a las diez y, encima es lunes de septiembre.



ANGÉLIQUE KIDJO -  MALAIKA
DE LOGOZO (1992) 
Originaria de Benin  Angelique enpezó a ser conocida en estos circuitos a partir de la eclosión world de los 90.  Grammys aparte y otras mierdas, si algo caracteriza a esta mujer es su capacidad de adaptación  e investigación musical de sus ancestros.  Su tamiz incluye sin rubor pero con honor y respeto a los Talking Heads ( Remain in Light de 2018) y el homenaje a Celia Cruz (Celia 2019).  En Malaika utiliza un sublime suajili. Cuando África despierte de verdad...