 |
Protesta del Manneken Pis por su derecho a tener Iphone y gorrita |
Follar Copular es fácil con los ojos cerrados. Se tienen hijos como quien recolecta setas en otoño. Lanzamos prototipos de canis y chonis al mercado sin importarnos lo más mínimo. Sólo queremos que nos dejen en paz y que no nos molesten. Nos intentamos poner el traje, y la gorra, de padres estupendos, magníficos y coleguitas de patio. Ellos nos suspenden una y otra vez y lo que hacemos una y otra vez, es reirles las gracias y, encima incentivar su desgana, su desmotivación, su vaguería más absoluta. Sois jóvenes y, ahora, su única preocupación es pasarlo de puta madre. Pero la puta madre y el puto padre somos nosotros, unos pocos, que intentamos luchar, no contra las hormonas con patas que criamos, sino contra otros progenitores. Es muy difícil marcar límites, motivaciones, razonamiento y sentido común a tu hijo cuando éste ve lo contrario en su entorno de amistad. Por eso, se rebela queriendo tener todo aquello que no le es permitido en su hogar por la sencilla razón que, todos los amigos lo tienen, encima, sin el más mínimo esfuerzo. Ante eso ¿qué queda? Esperar que el virus no llegue a ser del tipo poligonero o, peor aún que se extienda para crear canis seniles y chonis matures.
Pink Floyd - "Surfacing"
De The Endess River (2014)
Por supuesto que The Endess River no es la obra maestra que los más ilusos esperaban. Esas acabaron en los setenta. Por supuesto que The Endess River es un homenaje al fallecido Rick Wright como si fuese una expiación del trato, un tanto humillante que el resto de los miembros de Pink Floyd le infringieron en el pasado (ver cotilleos en Wikipedia).
No es un disco tan malo como los críticos se empeñan en vociferar en sus columnas. Cierto que se basa en descartes de hace veinte años de su disco The Division Bell pero, ¿no es cierto que también parte The Dark side Of The Moon, obra maestra incuestionable, se hizo con descartes de Meddle? Pink Floyd, con Waters y sin Waters, siempre han sabido aprovechar hasta el último de sus acordes.
Las cuatro partes en las que se divide The Endess River son una colección de pasajes sonoros con elegantes y perfectas reminiscencias de épocas pasadas envueltas en una pureza que brilla por sí misma. Pasan de Wish You Were Here de la primera parte a percusiones de la época de A Sourcerful of Secrets y así con The Dark Side..., The Wall, Meddle y , por supuesto Division Bell.
Pese a lo que se piense, es una buen modo de clausurar el fin de una era musical . Quién haya seguido con atención la evolución de esta gente, debería saber que, desde su primer trabajo, se echaba en falta una obra enteramente instrumental (sin contar la previsible última canción-testamento del vídeo Louder Than Words) y, curiosamente, la ofrecen en su última obra.
Una de las mayores virtudes de este disco es que mejora con cada escucha. No es un plúmbeo monumento megalítico de ambient o new age y gilipolleces que se dicen. Tampoco es un ejercicio de experimentación adaptado al siglo XXI. Nada más lejos de esa premisa. Es, pura y llanamente, un pequeño frasco, exquisitamente envuelto y producido. Minuciosamente cerrado donde se encuentran las mejores esencias de un tiempo y lugar que nos hizo soñar y que, incluso, hoy en día, con un poco de orejas, lo puede seguir haciendo.
Reseñar, la mencionada primera parte (Things Left Unsaid /It's What We Do /Ebb and Flow) los momentos de Allons-y, el órgano improvisado de Wright, el bello despiste que es Anisina ( nada que ver con Pink Floyd), los tambores de Skins y curiosamente, los tres bonus tracks que deberían haber formado parte del resto de un poco más de cincuenta minutos de glorias pasadas.
Sobre la imagen del disco, decir que a Ahmed Emad, el diseñador egipcio de 18 años, le tuvo que impactar y epatar el visionado de La Vida De Pi. Posiblemente sea un homenaje a los gondoleros de Cambridge-otra vuelta a los orígenes. Nos quedaría saber qué hubiese hecho Storm Thorgerson , de seguir vivo, al enfrentarse a este proyecto.
No hablaremos ni de Gilmour ni de Waters. Posiblemente esté todo dicho. La gran obra de Pink Floyd se basó, paradojicamente en que fueron un grupo disfuncional. Como todas las grandes agrupaciones de verdad.
Un dato anecdótico es la entrada de este disco en el número 6 de los más vendidos en España (entre Gemeliers y Miguel Bosé). Para que quede evidencia del raquítico pulso cultural de este país envuelto en charanga y pandetera de leopardo
Y de propina Louder Than Words. Confesión, un tanto ramplona, y penitencia de uno de los grupos que justifica el amor de cualquier profano con la música con mayúsculas
"Cansados de nuestra existencia
Hemos ocupado nuestros lugares.
Podríamos maldecirlo o dejar que crezca y darle nombre
O quedarnos en casa junto al fuego
Llenos de deseo
avivando las llamas.
Pero estamos aquí para el viaje"