CREÍ QUE ME GUSTABAN LOS NIÑOS....
...Hasta que tuve el mío y vi todo lo que estaba a su alrededor.
Largas tarde de parque aguantando críticas feroces entre madres. Mientras, los retoños comíendo arena encima de un columpio. Familias que van a los restaurantes con sus hijos pequeños. No son capaces de mantenerles sentados y optan por dejarles corretear libremente, dando gritos, entre las sillas del resto de comensales que intentan centrar sus conversaciones.
A veces se puede ver a algún padre del tipo inseminador. Es decir, aquel que su única labor es la de procrear con su pareja ( una o dos veces). Después, como por arte de magia, desaparece de la vida familiar. A partir de aquí, la madre cargará en solitario y de buen grado en muchos casos, con la educación de sus vástagos (extraescolares, excursiones, ampas, etc).
Padres aburridos que no dejan de chillarles y prohibirles todo. El niño, ante esto, no tiene nada que hacer, solo esperar, pues sabe a ciencia cierta que perro ladrador poco mordedor. Al final consigue todo lo que quiere y sus padres una afonía. Pero eso sí "como son de desobedientes estos niños que no hacen caso ni a sus padres."
No son más que el reflejo de un mundo adulto, frustado y frustrante, que les hemos creado.
Un mundo dominado por la (in)cultura de la inmediatez. Donde todo está al alcance de la mano y donde se salta y se picotea entre una gran cantidad de información para, encima, no asimilar nada. Competimos por llegar a ocupar los puestos mas relevantes en la estupidez humana y, encima pretendemos que perpetuen nuestra especie para mantener intacto las más altas cotas de la miseria física y moral que les dejamos en herencia.
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