viernes, 10 de agosto de 2012

CONFESIONES DE CORTO ALCANCE


HASTÍO DEL ESTÍO

"Los habitantes de Oymyakon, en la república rusa de Yakutia, nacen, crecen, se reproducen, sueñan y mueren prácticamente congelados...
Oymyakon es el polo helado de la Tierra; en 1926 alcanzó la temperatura
más baja registrada jamás en territorio habitado: 71,2 grados bajo el punto
de congelación. La localidad está situada en el noreste de Rusia, en una meseta a 750 metros sobre el nivel del mar: allí donde el invierno dura como mínimo  nueve meses."www.elpais.com

El frío conserva. El calor derrite. Todo el mundo relaciona el buen tiempo con el sol y el calor. Aunque ese calor sea asfixiante. Aunque estemos hechos una auténtica mierda a cuarenta grados a la sombra. La canícula marca las  vacaciones, sol y despelote. Sombrillas y quemaduras de tercer grado. Es igual. Merece la pena soportar colas interminables en los supermercados playeros para comprar un kilo de patatas. Es estupendo el agobio de madrugar -como todos los días- para encontrar un sitio en cuarta o quinta fila, en alguna playa ebria de  veraneantes de rugosas lorzas.

Algunos no entienden unos días de verano  sin playa. Es más, para ellos, el verano son algas, arena en los  güebos y  paella requemada en chiringuitos mugrosos.  No lo cambian por nada del mundo. No quieren ir más al norte de lo que alcanza su, corta,  vista. Si siempre ha sido así, no existe ninguna razón para cambiar ahora. Qué pereza. Ni siquiera están dispuestos a ir a un  hotel aún pudiendo hacerlo. Mantienen ese toque de tacañería ancestral cultivado a  lo largo de austeros años. Prefieren que sus respectivas esposas no desconecten de su quehacer diario y sigan quitando mierda en  unos apartamentos inmundos que alquilan, año tras año. Mientras, ellos, tumbados, en gayumbos, frente al televisor viendo, o más bien, dormitando, el  Tour. El estar moreno es símbolo de haber tenido unas buenas vacaciones. El color tostado es símbolo de esquivar días nublados y es el alarde ideal  en el regreso postvacacional.   Esto es solo un detalle  que conforma que  amar el mar es la causa de odiar la playa.

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