viernes, 7 de septiembre de 2012

CONFESIONES DE CORTO ALCANCE

NO ES UN PAÍS PARA CULTOS
La cultura jamás nos ha importado lo más mínimo. Lo importante, y trascendental, es que los demás no se den cuenta. Hay que fingir que hemos entendido la importancía relevante en las conductas  sociológicas del último libro de Javier Marías o,  decir, exclamando en voz alta, que la última exposición temporal en el Reina Sofía, nos transportó a  una espiral de sensaciones cognitivas por el mero hecho, de oler el amoníaco del  cubo de fregar que dejaron olvidado, aquel día, en la sala.
Paradójicamente, en todos estos eventos, siempre hay un nutrido grupo de personas dispuestas a esperar colas. Nos dejamos llevar  por expectaciones que nos meten en vena los medios. Una tertulia entre amigos puede derivar, perfectamente, entre Mouriño y el último montaje teatral de Peter Brook. ¿Lo veis?  No  sabemos quién es el tipejo ese de Peter Brook, pero queda muy bien ponerlo en un determinado lugar y en un determinado momento. Esa es la esencia de la  cultura real.
 Es vital que, nadie sepa,  que no tenemos ni puta idea cultural. Tenemos que picotear toda nuestra vida entre renglones de libros tediosos que, simulamos comprender,  pero que, nadie, tiene que saber que , jamás hemos leído. Nuestra mente es un buscador peremne de datos inconexos. Sólo nos importan los enlaces que nos llevan a esa fecha, ese nombre, ese triple salto mortal de sabiduría que queremos que los demás vean en nosotros.
Por desgracia, parece que las  dictaduras nos hacen ser mucho más cultos. El tenebroso fondo intolerante de las democracias actuales es que, nos hacen creer que somos cultos porque  toda la sapiencia del mundo la tenemos a nuestros pies. Es eso únicamente.  Mientras que no asimilemos nada, no sepamos leer entre líneas y no tengamos un sentido crítico de la vida  nos dará igual que un telediario abra las noticias con másivas asistencias al Prado. Mientras que en el dial radiofónico entre las 15:00 y las 16:00, de lunes a viernes, sólo se hable de fútbol- y no de deporte-, no seremos distintos del toro masacrado de Tordesillas. La diferencia es que a nosotros nos hiere y humilla la ignoracia  y  el toro es asesinado y torturado en el nombre, en vano,de la auténtica cultura de este país.

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo. Lo voy a difundir entre mis contactos. Enhorabuena por pensar.

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    1. Mientras que sea gratis y no haya recortes, se podrá pensar. Un abrazo y gracias

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