viernes, 28 de septiembre de 2012

HISTORIAS DE LA P uta CRISIS

PESADILLA NACIONALISTA (THE CHARNEGO'S NIGHTMARE)

He modelado una bandera
que, como todas, es para quemar.
En colores negro y color sangre.
Por el placer de crear"
Loquillo y Trogloditas

Se despertó, casi, en un día de independencia. Era una jornada como otra cualquiera: laborable y gris en una estación  próxima a languidecer por el frío. Airadas arengas en televisiones locales y grandes marchas por las calles. Gritos al viento pidiendo ser dueños de un destino holográfico al que es inútil tocar. Se sintió, casi amnésico, al no poder  recordar por sí mismo si, aquel, pequeño estado asiático, en el que vivía, era  una monarquía o  una república. Si era una dictadura real o inventada por una democracia. No  se podía acordar, tampoco, del nombre de ningún dirigente. Se le olvidó hablar el  idioma oficial del estado. Esto le preocupó sobremanera. Solo le salían palabras en inglés gracias a un curso por correspondencia que hizo hace años.
Quemar trapos ayuda a iluminar  la razón y el sentido común
Salió a la calle. Un grupo de hormonas con patas, en plena algarabía, le regaló  una pequeña bandera con los emblemas de los valores más inamovibles de la patria. No sintió nada el tenerla en su mano. Pensó en algún producto en promoción. No. Le sirvió para limpiarse las espesas flemas que  una tos recurrente le hizo expulsar. Creyó  experimentar una  mayor felicidad ahora que cuando era dueño de su identidad. Las grandes manifestaciones y consignas no impidieron que, en la acera de enfrente, el  mendigo de hoy,  fuese el mismo que pedía el día anterior. Pero claro, ahora, ya no se acordaba. ¿Qué es lo que había cambiado? Las banderas que ayer eran su orgullo, hoy solo le parecían servir, únicamente para realizar la prueba del pañuelo en bodas gitanas. La cabeza le empezó a dar vueltas. Necesitaba saber quién era. Metió la mano en su cartera y sacó una tarjeta de visita que, por supuesto, ponía su nombre en  inglés:  Mr. Arthur More and Gavarron.
Se despertó sobresaltado  y sudoroso. Un tanto confuso por saber si era una pesadilla o acababa de percutir con su señora. Optó y decidió que fue uno de los pocos, y escasos, grandes polvos de su vida enfrentada con el, igual de rancio,  nacionalismo estatal.

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