martes, 4 de enero de 2011

CONFESIONES DE CORTO ALCANCE

Siempre llevo  en mi cartera un artículo del  día 04/01/1992. de Luis  Antonio de Villena. Es de "El Mundo". De la época de la que muchos salimos  rebotados de la corrupción del último gobierno de F. Gónzalez. Los políticos, qué gran raza a extinguir. En fin: Luis Antonio lo expone claro en Un Mentiroso Decreto De Felicidad. Unas líneas que hace mucho que interioricé:

"Ante el atisbo de que mañana noche ( con la zapatiesta de la víspera de  Reyes decaída por el anglojanismo reinante) acaban estas entrañables fiestas, empìezo lentamente, muy lentamente a revivir. Me quito de encima algas viscosas, turrones, mazapanes, champanes, compacta multitud, precios por las nubes, bochinches, borrachos, ruido, sonrisas prefabricadas, bondad hueca, caridad de pacotilla, confetis, serpentinas, matasuegras, pavo, villancicos que perdieron su estrella, me voy quitando todo esto de encima, grandes floclóricos almacenes, Noeles de algodón, uvas de pipos gordos, melancolía, risas trucadas, píos deseos vacíos, me lo voy quitando de encima y aliviado, comienzo a  respirar muy poco a poco, y pregunto: ¿ por qué se nos hacen a muchos -cada año más- intragables, depresivas, colmadas de engurrio, estas queridas y entrañables fiestas?"

"¿A quienes no nos gusta este mojicón consumista y falso somos malos, atravesados, neuróticos, infames, o simple y llanamente racionalistas que procuramos -con esfuerzo- no dimitir de la luz razonadora? A poco que exista una mirada crítica, libre, que huya de los senderos marcados -pero ése es el verdadero, casi irresoluble problema- todo está muy claro: Las navidades y su entorno son invivibles por falsas, por engañosas. Se predica todo lo que no se tiene, pero -en verdad- nada se hace por alcanzar la dicha. Se finge, se parodia, se decreta la felicidad con las doce campanadas y las uvas, con el belén rural y cálido, que carece de sentido en estas ciudades deshumanizadas, con las canciones dulces y la bendita ternura, que no existe en un orbe de competición, zarpazos, trepadores e intolerancia. De la cándida Navidad tradicional no queda nada, y la sustitución es sólo el ruido; la bullanga y la furia. Crispación de vanidades y júbilo de cartón a toque silbato, fingimos el mejor de los mundos y el corazón mejor y estamos a años luz de tenerlos. La Navidad hoy canta el vacío. Somos los hombres huecos. Celebramos carencia. Y la luz mentirosa externa, hace nuestra oscuridad más venenosa. Por fin, amigos, acaban las entrañables fiestas: Algas pegajosas, carracas chillonas, pequeños infiernos" 
              ( Diario El Mundo 04 de enero de 1992)

Qué grande eres Luis Antonio. Menos mal que mi cuñado jamás sabrá de tu existencia.

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