viernes, 7 de junio de 2013

HISTORIAS DE LA P uta CRISIS

DÍA DE LAS FUERZAS PARADAS


La muchedumbre abandonó la manutención dada en la casa de sus padres y, armados de vergüenza, desfilaron por el Paseo de la Castellana  con la mirada fija en el asfalto. Si tuviesen dinero, comprarían claveles para ponerlos en los cañones de la exclusión. Si les quedase  un poco  de  esa valentía que, todavía no han vendido, se pondrían delante de los tanques de ignominia que, día a día, sepultan el pequeño brote verde del respeto y la dignidad humana.
Un corte  más efectivo que el de mangas
Él era uno de esos seis millones.Sus gritos sólo  se oían en su mente si cerraba los ojos fuertemente. Su vida virtualizada se basaba en  una simulación de concurso por la supervivencia. Los medios de irrealidad, le animaban a seguir admirando las riquezas ajenas. Todo, tal y como estaba previsto en  las líneas de sus, encallecidas manos  modeladas en lustros de trabajos evaporados.
Pero no todo fue malo. La esperanza está a la vuelta de cualquier oscura, y meada, esquina. Al  final, consiguió un minijob de peluquero en el  Congreso. Aquella tarde fue su debut. Era todo un honor  formar  parte activa en la cotidianidad de los padres de la patria. Afilaba parsimoniosamente la navaja en la
cinta mientras, pedía a su primer cliente que se sentase en la silla de barbero. Su rostro, reflejado,  en la  brillante y pulida hoja de afeitar, mostró un incipiente rictus de excitación al decir:

- Don Mariano. Un corte a navaja, ¿verdad?

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