EL RETABLO DE LAS PERAS Y LAS MANZANAS
( O LA COMEDIA DEL BOTELLÓN EN EL PRADO )¿Presidirá Aznar el Museo del Prado?"Es verdad que Aznar ha colocado a algunos de sus hombres de confianza (segunda generación)en el Fichero de Altos Cargos —es el caso de García Legaz como Secretario de Estado de Comerciocerca del ministro Luis de Guindos-, así como a antiguos fontaneros, pero no es menos cierto que el aznarismo, stricto sensu...sólo sobrevive en el Ayuntamiento de Madrid""(...)Bastaría con pedírselo al presidente Mariano Rajoy pero tampoco es menester.Tiene a su fiel y antiguo escudero Miguel Angel Cortés, uno de los grandes zascandiles de la política popular, para hacérselo saber al ministro Wert, al secretario de Estado de Cultura o al sursum corda." www.elconfidencial.com
Escenario: Apartamento secreto en el Palacio de Cibeles
Ana, desnuda y arrodillada, termina de abrochar la bragueta del pantalón de Chema frente al espejo.
Éste, mete tripa para que los abdominales se evidencien más y ,con un pequeño peine ,se atusa un, cada vez más, minúsculo bigotito.
- Cariño. Cuando El Prado sea nuestro ¿qué harás?
- Pues algo bonito, Ana. Lo pintaré de temple liso. Pondré una sala de subastas. Daré conferencias. Vendrá Telemadrid a lavarme los pies...
Ana con Alberto en un agradecimiento |
-Agradéceme otra vez la alcaldía. Es que me da mucho morbo- Dice engolando la voz hasta lo ridículo.
Ana, inquieta y un tanto molesta le contesta:
- Alberto. Ya sabes que nunca agradezco nada en presencia de Chema.
-No. Si por mí no hay problema- Chema habló sonriendo calladamente-. Agracede. Agracede. Que no se diga que somos unos rancios. Eso sí, por favor Ana, que sea sin besos en la boca. Que se note la decencia y la clase de los auténticos patriotas.
Ana apartó la mirada y fue, de nuevo, al espejo. ¿Su imagen desnuda sería como la Venus de Velázquez o la de Botticelli? Quizá le faltaba un poco de láser al ver como una urdimbre asomaba por sus axilas.
Se insinuaba así misma y preguntaba al espejo quién era la más cool de la Villa. El espejo, naturalmente, no contestó. Entre otras cosas porque era una ventana.
Oyó un quejidín de placer que la devolvió, de nuevo a la realidad. Ahora era Chema quien abrochaba la bragueta de Alberto.
- Chema. Por Dios. Tú NO tienes que agradecerle, también, la alcaldía.
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