LA ROJA ( ME LA TRAE FLOJA)
En estos tiempos que corren el renegar del fútbol y, por extensión, de la selección nacional, es renegar de tu identidad ibérica. Te conviertes, automáticamente en un abertzale solitario en busca de su terruño.
Ahora, todo el mundo ve a la Selección. Es de obligado cumplimiento el sentarte frente al televisor y ovacionar en una final, a un grupo de señores corriendo de un sitio a otro como pollos sin cabeza.
Todo el mundo da por supuesto que te gusta, o te tiene que gustar, el fútbol. Te hablan sin preguntarte tan siquiera, si conoces al Cristiano (Qué repelús de nombre y de niñato). Directamente te avasallan con datos, cifras, torneos que debes conocer por cojones. Si te callas o, simplemente dices que, ni te gusta ni entiendes, te conviertes en un marginal. Un renegado rencoroso que lo único que quiere, es llamar la atención. Si, encima, expresas un odio profundo por el deporte ¿rey? Si dices que algunos de los peores recuerdos de tu vida, están relacionados con tardes de partido por televisión. Rodeado, callado entre fieras vociferantes durante noventa minutos de agonía y tedio. Dirán que no quieres a tu país y que mereces el destierro de por vida. Que cómo se me ocurre, tan siquiera, poner en entredicho y mofarme de las glorias patrias que campean por España. Será que no contribuimos lo suficiente al mantenimiento de la pobreza actual con nuestros recortes.
A pesar de todo, no hay nada parecido a la final de un partido de España: Ciudades vacías. Cines solitarios Hablas y puedes escuchar tu propia voz. Un dulce silencio te invade. Piensas que la felicidad, paradójicamente, puede tener forma de campo de fútbol con sus jugadores, árbitros y seleccionadores lanzando escupitajos al aire. Pero, si se gana una final, se acabó la dicha: Hordas de amantes del deporte tomarán las plazas y no dudarán, si fuese preciso, en machacar toda idea contraria que encuentren a su paso.
Es la fanática alegría que los que se llaman deportistas pero, que no dudan en exaltar victorias injustas, violencias a equipos contrarios e insultos a árbitros. Todo vale si se consigue que el amado equipo, que se lleva marcado con sangre en el escroto, obtenga no una victoria, sino miles. Que solo quede él y los demás que se mueran. Más o menos es lo que vienen a decir los evangelios del As y Marca
Se pueden cortar las calles porque hay que solapar nuestras frustraciones con alirones. Todo el mundo lo entiende y, comparte la emoción de saber que, al día siguiente, todo seguirá igual. Ellos más roncos y nosotros con más ojeras. Posiblemente yo sea un aficionado reprimido del Atlético de Madrid y no me haya enterado.
leido y agradecido (por no ser tampoco "fanderfurbol")(casi suena en holandés)
ResponderEliminarla verdad es que no lo veo y miro los resultados en el txt o si ganan por la ventana (abierta por los calores)
un abrazo!!!
Joder Zeporro ! Eres el eco en el desierto.
EliminarUn abrazo