viernes, 30 de noviembre de 2012

VIDA PROPIA

EMETERIO, ADORADOR DE AUTOMÓVILES


Tomasín: Ese oscuro objeto de deseo dominical
Tomasín, un  Talbot 150 GT2, tiene treinta años además de ,cuatro puertas más la del maletero. Sus asientos de escai son suaves y pegajosos en verano (como debe ser). Todos los domingos, sin faltar uno, bajo al garaje. Siempre a primera hora de la tarde. Desde hace más de veinte años la misma ceremonia. El mismo ritual con mi Tomasín. Con una bayeta con cera  froto suavemente el capó. Con Cristasol le doy léntamente a los cristales. A los delanteros  y a los traseros. Aparto, con parsimonia, el limpiaparabrisas y me excito con un deleite extremo que me hace paliceder de orgullo. Está como  recién sacado de fábrica. Su color champán, apenas ha languideciddo con el paso del tiempo. Al cabo de casi cuarenta minutos, lo tengo ya presentable y llega ese momento que tanto anhelo: 
Me siento en una caja de cervezas detrás de él. Froto con toallas húmedas por dentro del tubo de escape y, cuando, realmente considero que está limpio, me introduzco en él con breves y armoniosos bombeos. Ni que decir  tiene que Nacho Vidal no podría jamás poseer a mi Tomasín pero yo sí. Mi mediocridadt iene sus ventajas. Al cabo de pocos minutos, vuelvo a limpiar el interior pero, el resultado no es el mismo.

Ahora sí, llamo a mi esposa. Obdulia baja en bata y sin nada debajo.  Nunca me hace esperar mucho.Nunca replica. Nunca me mira a los ojos. Es otro  domingo  y son las  17:00 horas. Cuando llega  ya estoy recuperado y listo para otra sesión. Parece mentira a mi edad tardía. Obdulia consersa aún ese aroma a pucheros y Ajax que tanto me gusta. Nos metemos en el asiento de atrás de Tomasín y refrotamos nuestros  reflexivos y peludos cuerpos a través de la tapicería. Intento apoyarme en la palanca de cambios para llegar, con la otra palanca, a mi objetivo. Obdulia se quita la bata y, me recibe con las piernas, perfectamente, abiertas. No me imagino la  vida sin Tomasín. Lo dibujo  por carreteras secundarias llenas de baches y badenes. El Carrusel Deportivo en la radio. El aroma embriagador del ambientador de pino. El Papá no corras. Bueno, ahora, al final  sí. Le doy a Obdulia un tissú para que se limpie los rebordes de la entrepierna.
Salimos del coche. Nunca fumo dentro de Tomasín. Obdulia se  aleja abrochándose los botones de la bata  sin decir nada y  yo termino de encerar la carrocería.
- Jamás sabrá lo nuestro

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes comentar aquí