jueves, 25 de noviembre de 2010

Fascismo Misógino (Artículo de B. Gimeno)

Mi amigo Paco me manda este artículo de Beatriz Gimeno que interesa difundir

BEATRIZ GIMENO
  Activista española.Fue la presidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales), ocupando el cargo desde 2003 hasta marzo de 2007, precisamente durante el período en que se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en España y Madrid fue elegida como sede del Europride 2007.
18/11/2010
Fascismo Misógino
Una especie de fascismo misógino se está instalando en la vida pública española. Yo no uso la palabra fascismo alegremente, suelo tener cuidado. Pero esto que vemos y oímos desde hace un tiempo ya no son distintas opiniones políticas sobre tal o cual derecho de las mujeres. Fascismo misógino porque hemos llegado a un punto en el que es posible decir o escribir, sin que exista verdadero rechazo social y político y sin que tenga demasiadas consecuencias, opiniones cuyo objetivo es deshumanizar a las mujeres a base de degradarlas, humillarlas, invisibilizarlas, convertirlas en objeto de burla general, ridiculizarlas, y hacerlo por ser mujeres. No sólo se puede hacer impunemente sino que se puede hacer con dinero público, caso de Telemadrid, con el apoyo del Partido Popular que gobernará en su día, y desde poderosos medios de comunicación. No es que antes de ahora la misoginia hubiera desaparecido pero se la había recubierto de cierta pátina de civilidad que ocultaba sus aspectos más duros.
 Todo se desató a partir de que el gobierno del PSOE emprendió pequeños cambios tendentes a favorecer la igualdad entre hombres y mujeres y puso a algunas mujeres en puestos de poder, especialmente a mujeres jóvenes, con discurso y experiencia feminista. Estas mujeres
que se atrevían a hablar públicamente de feminismo, de aborto, de derechos reproductivos,
se convirtieron entonces en el objetivo a batir por un sector masculino de la sociedad que
pronto se dio cuenta de que aquello podía darles réditos políticos. Juzgadas por su vestimenta, por su aspecto físico, por su edad, ridiculizadas por simples errores de los que sus compañeros comenten varios al día, o simplemente inventándose historias, mentiras, que todos los machitos aplaudían y jaleaban, cuando se dieron cuenta de que no se les oponía verdadera resistencia, se abrió la veda y salieron todas las babas. De decir tonterías, groserías, propias de mediocres con ínfulas, tipo Pérez Reverte, se pasó al insulto grueso y después a la penosa exhibición de las propias obsesiones e impotencias convertidas en odio contra las mujeres.
Se desató en la derecha y sus medios afines una campaña sustentada en las obsesiones de los rijosos de todo el mundo, bien conocidas y que cualquier psicólogo podría diagnosticar en media hora. Lo malo es que los fascistas misóginos no van al psicólogo porque creen que lo
suyo es lo normal. Con la llegada de algunas mujeres al poder, mujeres que defendían derechos de mujeres, se abrió el hueco por el que salieron todos los complejos de estos
babosos, viejos verdes frustrados y aspirantes a pederastas que necesitaban crecerse según
las mujeres ocupaban espacios que les empequeñecían a ellos. No están enfermos, como
dice Isabel San Sebastián, están jodidos en lo más profundo.
Hemos escuchado las groseras fantasías sexuales sobre las mujeres políticas que se le ocurren al alcalde de Valladolid, ginecólogo de Ana Botella, un tipo que ha conseguido lo que nunca hubiera imaginado, que me compadezca de ella. Nadie de su partido le puso en su sitio. Después leímos los vómitos que sobre las mujeres sueltan viejos verdes como Antonio Burgos, Fernando Sánchez Dragó o Alfonso Usía, o jóvenes, como este Salvador Sostres, acomplejado por vaya usted a saber qué cosa, pero que añoran seguramente las batallitas que les contaba su padre. Son ellos, pero ponen voz a muchos otros que estaban callados.
Todos ellos están permanentemente cabreados porque han sido expulsados violentamente de su paraíso, ese mundo en el que un hombre era alguien por el hecho de serlo y en el que,a estos especialmente, se les permitió, cosas de la mediocridad propia de la dictadura, que se creyeran “intelectuales” y que además, cosas de la dictadura también, se creyeran, -no hay más que ver a ese figurín antiguo sacado de un cómic que es Ussia, atractivos caballeros."

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