"Madres abnegadas
no pierden la vez.
Cosen sus disfraces,
guerra sin cuartel"
(Kiko Veneno)
Ildefonsa Ruipérez, en su lecho de muerte, tomó la mano de su única hija Petra y, antes de emitir el último quejido que le llevaría a atravesar el túnel del olvido, le dijo:
- Hija mía. Sé que toda mi vida la he dedicado a joderte la existencia. Sé que te he manipulado con mis rencores y odios. Sabes que soy la única persona que te ha querido de verdad y ya estás preparada para enfrentarte al mundo
Tú eres principio y fin de todo. Nada te tiene que importar más que tú. Todo el mundo intentará que te relaciones con los demás. Desconfía. Sólo querrán que compartas cosas con ellos. Qué asco me dan. Sublevaté. Nada hay más grande que tu egoismo y ese es tu poder frente al mundo. Sabes que sólo obtendrás beneficio de todo aquello que agarres.
Lánzate a la vida. Busca un piso de alquiler barato y un incauto que te insemine lo justo. Ese es mi legado, porque el dinero me lo fundí en un cruzero antes de caer enferma.
Tú eres principio y fin de todo. Nada te tiene que importar más que tú. Todo el mundo intentará que te relaciones con los demás. Desconfía. Sólo querrán que compartas cosas con ellos. Qué asco me dan. Sublevaté. Nada hay más grande que tu egoismo y ese es tu poder frente al mundo. Sabes que sólo obtendrás beneficio de todo aquello que agarres.
Lánzate a la vida. Busca un piso de alquiler barato y un incauto que te insemine lo justo. Ese es mi legado, porque el dinero me lo fundí en un cruzero antes de caer enferma.
- No te mueras mamá-Dijo Petra sollozando-.Seré digna de ti. Nadie estará por encima de lo que yo piense o haga. Disfrutaré del mal ajeno, tal y como me enseñaste. A hora... dame tu poder.
- Hija mía. Mira que me jode darte algo- Ildefonsa, casi sin aliento prosiguió-.Acerca tu cabeza a mí.
Petra se acercó a la madre. Ésta le puso sus decrépitos dedos en las sienes. Inmediatamente, una luz crespuscular inundó la habitación. Petra empezó a convulsionar y una extraña violencia la empujó al fondo de la habitación.
El rostro de Petra, de por sí ya demacrado, ahora adquiría tintes casi épicos: su nariz se acható en un estrujamiento inhumano.Las orejas se le afilaron mirando al cielo y la boca se redondeó dejando ver una irregular dentadura llena de enganches metálicos con una sustancia parecida al musgo. Su ropa se transformó en un conjunto formado por rebequita de perlé negra, camisa blanca con chorreras y pantalones pesqueros gris marengo que, subidos hasta el estómago, casi hacían las labores de sujetador de los dos rodaballos que tenía por pechos.
- Hija mía. Mira que me jode darte algo- Ildefonsa, casi sin aliento prosiguió-.Acerca tu cabeza a mí.
Petra se acercó a la madre. Ésta le puso sus decrépitos dedos en las sienes. Inmediatamente, una luz crespuscular inundó la habitación. Petra empezó a convulsionar y una extraña violencia la empujó al fondo de la habitación.
El rostro de Petra, de por sí ya demacrado, ahora adquiría tintes casi épicos: su nariz se acható en un estrujamiento inhumano.Las orejas se le afilaron mirando al cielo y la boca se redondeó dejando ver una irregular dentadura llena de enganches metálicos con una sustancia parecida al musgo. Su ropa se transformó en un conjunto formado por rebequita de perlé negra, camisa blanca con chorreras y pantalones pesqueros gris marengo que, subidos hasta el estómago, casi hacían las labores de sujetador de los dos rodaballos que tenía por pechos.
-¡Ahora tengo el poder!-Gritó a los cuatro vientos-.¡Ahora soy La Gárgola!
- Todavía me pueden servir pá la casa.
Continuará...
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